Salimos a las 9:30h los veinticinco que nos habíamos inscrito y el pequeño Miguel Ángel que, por tener poco más de un mes, no necesitaba inscripción. Conforme estaba programado, salimos hacia Nalda. En el camino tuvimos un incidente que fue motivo de broma hasta el final de la convivencia: un señor mayor y de mal genio atropelló ligeramente con la bici a Almudena y, como se cayó, se encaró con ella delante de todos. Cuando vio que no tenía razón y que nosotros éramos muchos, marchó en su bici mascullando no se sabe bien qué.
La tarde del primer día tuvimos un susto y un disgusto: el padre de Natalia dio positivo y ella debió separarse del grupo hasta que al día siguiente vino su madre por ella. Nos dio mucha pena que se tuviese que ir. Nos tranquilizó que en los dos test de antígenos que le hicieron (uno, nosotros y otro, en Burgos) dieron negativo.
Al día siguiente disfrutamos mucho caminando hacia el Chorrón de Viguera por los paisajes tan bellos que atravesamos. Allí nos hicimos muchas fotos y después almorzamos. Esa mañana el cielo se abrió y un precioso cielo azul y un sol radiante al mediodía nos acompañó ya hasta la vuelta a Burgos.
Nos alegró mucho volver a caminar con Miriam después de su maternidad. Además algunos, y sobre todo algunas, disfrutaron viendo (casi siempre dormido) a su hijo. Fue un regalazo que en Navidad nos acompañase un recién nacido.
El tercer día, como nos caracteriza, subimos en fila india y muy despacio a Peña Bajenza (amenizados por las quejas de algunas). Primero entre pinos, luego entre encinas coronados con sol y cielo azul. El paisaje desde la cumbre era impresionante, tanto hacia el valle del Ebro y Logroño, como hacia la sierra de Cameros a la espalda. También fue impresionante el almuerzo por lo deseado y por lo hermoso de las vistas. La bajada por otro valle, el de san Marcos, completamente pelado resultó menos complicada de lo esperado. No hubo culadas a pesar de la fuerte pendiente porque la tierra estaba húmeda y compactada y, por lo tanto, no resbalaba.
Por la tarde, la reunión hablando de la experiencia que cada uno tenemos de Parteluz resultó entrañable. Se alargó mucho porque nos encontrábamos encantados y divertidos con las anécdotas y reflexiones aportadas por todos, pero sobre todo por los más mayores.
La velada, como siempre, fue divertida, pero el momento culmen llegó con la momia que nos trajo Himar. Ingenio a raudales, guiños a la actualidad y la lógica ilógica de la momia nos hizo reír como pocas veces.
El última mañana, también soleada, la pasamos en Logroño recorriendo el centro y con tiempo para un café, los mayores; y chuches y regalos, los más jóvenes. Antes de volver a Islallana subimos a Clavijo para conocer su impresionante castillo de un solo muro porque le guarda la espalda un murallón de unos 40 metros de caída vertical.
En el cambio de impresiones, todos contentos de los días pasados en Islallana, tanto que algunas chicas pedían quedarse algunos días más. A la hora de hacer balance de la convivencia no podemos olvidar las ricas comidas que nos prepara Rosana auxiliada por Miguel, el marido de Miriam: los burritos calientes, las sopas de fantasía, los espaguetis con morcilla, el pan con tomate, la hamburguesa estilo McDonald’s…
Unos días intensos de convivencia, con momentos para la Navidad, la reflexión personal, el esfuerzo en la naturaleza, las fotos, los juegos, las veladas, las anécdotas…, unos días que recordaremos con cariño.