La mañana del jueves 14 de abril, Jueves Santo, salimos llenos de ánimo hacia Sasamón. Descargamos nuestros trastos y los útiles comunes (entre ellos la comida para cuatro días) en la residencia Santa María la Real, donde residimos hasta el domingo 17, Domingo de Resurrección.
El grupo, menos numeroso que otros años, era más internacional que en otras ocasiones. Nos acompañaban Jean Bruno, francés, y Katharina, alemana. Ambos acabaron con ganas de volver a participar en alguna de nuestras actividades.
El tiempo atmosférico ha sido excepcional por lo que hemos podido disfrutar enormemente de los primeros compases de la primavera. Todas las mañana hemos salido a la naturaleza. El jueves nos dirigimos a la Peña Amaya. Ascendimos andando por la pista que da acceso a los carteles que explican la enorme importancia que tuvo el enclave en otros momentos de la historia. Esta pista elude las paredes verticales que la peña exhibe desde otros ángulos. De allí pasamos a donde estuvo la principal fortificación que aún se denomina el “castillo”. Por un portillo en la parte norte y auxiliándonos de las manos, ascendimos a la meseta superior y al vértice geodésico. Desde allí disfrutamos de una estupenda vista de Alto Campoo y las montañas nevadas del norte de Palencia.
Bajamos la primera meseta por la senda señalizada como PR en la cara sur, y la segunda acompañando al arroyo que nace bajo los cantiles más altos y en diversos saltos baja hacia el pueblo. Por la belleza de la peña y la luminosidad del día resultó una jornada casi épica.
El viernes, por la orilla del río Brulles, nos acercamos a conocer el impresionante templo de Villamorón. Casi una catedral con apariencia de fortaleza en medio de un pequeño caserío. ¡Qué impresionante es el patrimonio que hemos recibido y qué difícil de mantener dignamente en unos pueblos con tan pocos vecinos! Algunos por la escalera de husillo ascendieron hasta el torreón, desde el que se divisa el verdor primaveral de esta tierra de campos de secano y, al norte, la Peña Amaya que ascendimos el jueves.
El sábado recibimos la visita de algunas familias de actuales integrantes de Parteluz y de algunos antiguos integrantes. Fue muy hermosa la compañía de unos cuantos niños pequeños. Juntos, en una mañana casi de verano, nos encaminamos a la Casa Museo de Salaguti. Nos recibió amablemente el artista y nos enseñó la bóveda que construyó a modo de enorme expositor. Allí, cada uno contempló las obras que más le llamaban la atención. De allí salimos camino de Citores del Páramo. Descansamos y almorzamos en el pequeño parque del pueblo y bajamos a la ermita de la Virgen de los Dolores. Volvimos en coches a Sasamón.
Además de las rutas matinales, dedicamos un rato por las tardes a las celebraciones, con carácter juvenil, propias de la Semana Santa. También nos acercamos a ver la procesión de Viernes Santo de Villanueva de Argaño. Algunos de nosotros pudieron participar como capuchones y colaborar con los pasos. La procesión es impresionante por la cantidad de pasos y de personas que participan. Casi todos los adultos y jóvenes del pueblo, aunque no vivan en él, participan con algún tipo de papel.
El viernes por la tarde nos acercamos a conocer el Centro de interpretación Medievum en la parte restaurada del templo parroquial. Allí conocimos un poco de la historia romana y medieval de Sasamón y pudimos participar de pruebas interactivas que comprobaron nuestro conocimiento del pasado y nuestra habilidad para sacar adelante algunos trabajos cotidianos de la Edad Media.
También tuvimos tiempo para un vídeo-forum de la película Hasta el último hombre, para juegos y veladas por las noches, para saborear las preceptivas torrijas y el cordero pascua, y para muchos momentos sin otro objetivo que disfrutar de la amistad y de la primavera.
El cambio de impresiones final resultó especialmente bonito, no solo por estar sentados al sol en el bonito jardín de la residencia, sino, sobre todo, por lo intensos que habían sido los días y por la piña que se había creado entre nosotros. A veces ser menos resulta ser más.