El martes 28 de junio algunos de nosotros tuvimos la oportunidad de visitar nuestra bellísima catedral desde las alturas. Don Andrés Picón, canónigo de la catedral y consiliario del Colegio Círculo, nos proporcionó la visita como una forma de agradecer a los educadores de Parteluz que durante el curso han estado desarrollando la actividad lúdico-educativa denominada Bocata y debate los viernes al mediodía. Como debíamos ser entre cinco y diez personas, aprovechamos que quedaban algunas plazas para ofrecérselas al equipo de educadores que estaban preparando el campamento. En el último momento se unió Isabel Óscar, que fue integrante de Parteluz como adolescente y es amiga para siempre, que pasaba por la Plaza de Santa María en el momento en el que íbamos a entrar a la catedral.
Álvaro, uno de los trabajadores del templo, nos acompañó por la escalera de husillo y nos fue mostrando por dónde podíamos subir, por dónde salir y entrar. Primeramente nos condujo a las torres. Anduvimos por el tejado y por detrás de los reyes de la portada de Santa María. El cielo estaba completamente despejado y las galanuras de las torres lucen más en un día así. Después nos condujo al crucero y nos permitió penetrar en él. Si la belleza del cimborrio es deslumbrante desde abajo, ¿qué palabras utilizar cuando ten encuentras dentro de él a muchos metros de altura? La estrella calada de la cúpula, los relieves de las paredes, los juegos de las vidrieras y las luces, la impresionante vista desde las balconeras… Es difícil decir algo que haga justicia al momento que vivimos. Álvaro, amablemente, nos fue comentando muchos detalles y anécdotas que nos ayudaron a conocer más la historia y el valor de lo que estábamos contemplando.
Al bajar teníamos que celebrar de alguna manera la intensidad de los momentos vividos antes de separarnos. Isabel nos invitó a un helado y pasamos un rato sentados junto al Arco de Santa María saboreando el helado, comentando lo vivido y disfrutando de la hermosa tarde que habíamos compartido.