¡Por fin! Después de un ajetreado final de curso y unos San Pedros (las fiestas locales de Burgos) muy anhelados, llegaba el aún más esperado campamento de verano en Cantabria, del que hemos disfrutado cerca de 50 personas del 5 al 11 de julio con un destino: el santuario de Nuestra Señora la Bien Aparecida, en Ampuero.
Cargados con nuestro macuto, tiendas, esterillas y muchas ganas, nos reencontramos todos detrás del Museo de la Evolución Humana el miércoles 5 de julio a las 8 de la mañana. De allí partimos hasta Loredo, donde, después de dividirnos en grupos, realizar unas dinámicas de presentación y montar las tiendas de campaña, disfrutamos de una magnífica tarde de juegos en la playa: la misma en la que se celebra el tradicional Derby de Loredo, una carrera de caballos sobre la arena húmeda y con la marea baja. Pero nosotros optamos por recibir una clase de surf. Para algunos era su primera vez practicando este deporte y se echaron más risas que olas, pero eso no le restó diversión.
Hacia Cabo de Ajo
El jueves 6 iniciamos el día reflexionando acerca de los ideales por los que merece la pena luchar, para poner rápidamente rumbo hacia Ajo, un pueblo situado a 29 kilómetros de Santander. La ruta, de 16 kilómetros, comenzó en la arena y continuó bordeando acantilados, con unas vistas espectaculares del mar, el verde y los grandes chalets con vistas que algunos anotaron comprarse cuando se jubilen. El día, nublado, y la temperatura, estupenda, hicieron esta primera marcha muy agradable.
El destino era la costa del Cabo de Ajo, que todos estudiamos en el cole cuando dábamos geografía, aunque nosotros nos alojamos en el centro del pueblo, en un estupendo polideportivo con la pared acristalada, lo que nos permitió disfrutar del amanecer dentro de los sacos a la mañana siguiente.
El viernes 7 pusimos rumbo a Santoña, en una travesía de 17 kilómetros pasando por Noja (que muchos conocemos por ir a veranear con nuestra familia y amigos), y que hicimos con facilidad hasta los últimos 4-5 kilómetros, pues nos tocó subir y, lo peor, bajar, un peñasco junto a la costa de casi 100 metros de desnivel. Pero el destino mereció la pena: un campamento de surferos (le hemos cogido afición a este deporte) a pie de playa y con vistas a la montaña.
La playa de Berria
La playa de Berria, que da nombre al camping, tiene casi dos km de longitud, los mismos que la separan del pueblo. Se ubica en un lugar de gran belleza paisajística e interés natural, entre los encinares del Brusco y el Buciero, cerrando por el norte las marismas de Santoña. Allí, pudimos disfrutar de una interesantísima reunión sobre la adicción a los móviles, en la que todos se implicaron y sorprendieron al tomar conciencia del tiempo que desperdiciamos con este aparato y de sus consecuencias. Y por la noche conocimos el testimonio de Antonio, uno de los padres que nos han acompañado este año para la cocina e intendencia, llenando de risas el camping.
El sábado 8 salimos temprano para huir del calor y poder disfrutar al máximo de la ruta al Faro del Caballo. Esta vez dejamos el macuto en el camping, porque nuestras rodillas ya sufrieron bastante con la bajada y luego subida de los nada más y nada menos que 763 escalones que llevan al faro. Eso sí, las impresionantes vistas compensaron con creces el esfuerzo y las lágrimas. Y es que, ¡con razón es uno de los destinos turísticos más populares del norte!
El día terminó, como no podía ser de otra manera, contemplando todos juntos el atardecer en la playa. O intentándolo, porque salió noche con nubes, pero eso no le quitó romanticismo al momento ni belleza a las fotos que hicimos.
Nuestra Señora la Bien Aparecida
Y así pusimos rumbo hacia el final de nuestra peregrinación: el Santuario de Nuestra Señora la Bien Aparecida, al que llegamos el domingo 9 felices pero mojados, fue la única ruta de todo el campamento que pasamos bajo la fina lluvia cántabra. La custodia del santuario está confiada, desde 1908, a la Orden Trinitaria, que nos permitió dormir en el frontón y disfrutar de los últimos días de campamento allí, en un enclave mágico en las verdes laderas del valle del río Asón.
La Virgen es la patrona de la diócesis de Santander y de la comunidad autónoma de Cantabria y a ella confiamos el Oasis (retiro) que tuvimos el lunes 10. Esa mañana, que se levantó con un cielo brillante y despejado, reflexionamos acerca de aquellas cosas que nos esclavizan a cada uno y nos hacen perder libertad, con el objetivo de ponerles nombre y trabajar para detenerlas. Por la tarde bajamos a la piscina del pueblo para aprovechar ese día fantástico de sol y calor que se nos había regalado.
Despedida del campamento de verano
De este modo llegamos al final del campamento itinerante de este año: con la mente despejada y el cuerpo descansado después de unos días de desconexión en la montaña que terminaron con una fiesta, juegos y música por la noche, como cada campamento.
El martes 11 fue, por tanto, el día de despedirse, y dedicamos gran parte del mismo a escribir las clásicas cartas a los compañeros con los que hemos compartido estos días tan memorables. Porque no hay forma más bonita de terminar este tiempo compartido que llegar a casa y leer aquello que te han escrito tus amigos y nuevos conocidos desde el corazón.
¡Hasta el año que viene!