El miércoles 5 de abril, miércoles santo, salimos de nuestro local con la furgoneta cargada casi hasta el techo (parece mentira la cantidad de maletas, comida, elementos para la ornamentación de la semana santa que logramos colocar). Eran casi las nueve de la noche y una preciosa luna llena de semana santa nos miraba desde el cielo.
En poco más de media hora llegamos a la residencia Virgen de los Dolores en Quintanaloma, entre el páramo burgalés y los valles altos de Sedano. Un pueblo pequeño y tranquilo, y unas instalaciones cómodas para vivir el triduo pascual.
Allí hemos disfrutado de unas celebraciones bonitas y tranquilas presididas por Javier P. Illera, que amablemente quiso compartir la semana santa con nosotros. Y ambientadas con gusto litúrgico y estético por Laura.
Semana Santa y rutas
Como la meteorología ha sido excepcionalmente buena disfrutamos mucho de las rutas mañaneras: desde Sedano subimos a Mozoncillo, un pueblo abandonado hace más de cincuenta años que está siendo repoblado por nietos de los que allí vivieron. Desde su paramera contemplamos en el horizonte las montañas todavía con mucha nieve de Alto Campóo, de la Montaña Palentina y, con menos nieve, de la Sierra de la Demanda.
El viernes caminamos hasta el dolmen de las Arnillas, el más grande de los muchos que se encuentran en nuestra provincia de Burgos. Por su corredor subterráneo nos introdujimos en el círculo central, del que sacaron restos óseos de hace 5700 años.
La mañana del sábado, por un desfiladero cubierto de arbolado a punto de brotar con el esplendor de la primavera, bajamos a Moradillo de Sedano, pueblecito encantador muy conocido por su hermosa iglesia románica. El párroco, don Maxi, amablemente nos la abrió y nos comentó los detalles más importantes del templo y algunas anécdotas vinculadas a él.
Procesión del Encuentro
El domingo visitamos el templo menor de Sedano, participamos en la Procesión del Encuentro y nos acercamos a la hermosa cascada que cae debajo del puente romano. Como se puede suponer, todo el mundo sacó su móvil para inmortalizar la visita a semejante paraje.
Rosana, Elena y Javier nos hicieron disfrutar de las comidas y, ¿cómo no?, de las torrijas típicas de estos días. ¿Cómo olvidar el pan con tomate del desayuno o el cordero de la cena del sábado? ¡Hasta el pescado está bueno!, comentaban algunos amigos de los manjares de tierra firme.
No podremos olvidar los testimonios de Alejandro e Indira, colombianos que hace poco tiempo vinieron a Burgos huyendo de la amenaza y de la extorsión de bandas armadas en sus respectivas ciudades. Los dos tenían una vida económicamente aceptable por su trabajo. Por ello, empezaron a ser perseguidos y amenazados hasta el punto de tener que dejar a sus familias y todo lo que tenían para poder asegurar su vida. Si no te cuentan estas realidades, no te imaginas que puedan existir.
Otras actividades
Nos impresionó la película y el vídeo-forum sobre “El milagro del padre Stu”. Un cambio radical de vida, de la delincuencia a un sacerdocio para ayudar a los que eran antes como él. Y disfrutamos con el juego de la batalla naval que nos preparó Carlos y las veladas de Irene.
Nos sorprendió y nos gustó que dos reflexiones de la mañana fueran expuestas, no por los mayores, como es lo habitual, sino por Laura y Natalia. Además de ser unas valientes, lo hicieron muy bien.
Agradecemos mucho a los mayores de Parteluz que quisieron pasar con nosotros algunos días, a pesar de que su tiempo es mucho más reducido que el de los estudiantes. Como es de suponer, Miguel Ángel, el niño de Miriam, fue centro de todas las atenciones los dos días que pasó entre nosotros. También agradecimos la visita de los padres de Natacha, y de Tote y Cristy, amigos de los mayores del Grupo.
El domingo hacía tan bueno que el cambio de impresiones lo tuvimos en la calle. Todos estábamos muy contentos con los cuatro días compartidos, y con un poco de pereza por volver a casa, pues el lunes teníamos que volver a las clases. Nos consolamos pensando que ya está cerca el campamento itinerante de este verano.