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Así de bien lo pasamos en las Lagunas de Neila

Salimos la fría mañana el domingo 13 de febrero en microbús. Anunciaban mal tiempo, pero no nos arredramos. En Salas recogimos a algunos amigos que nos iban a acompañar a la aventura.

Al llegar al Mirador de San Francisco, ya en las Lagunas de Neila, no se veía a nadie por los alrededores. Era comprensible, porque un aire gélido nos recibió al bajar del autobús. Almorzamos y nos abrigamos bien antes de dirigirnos hacia las lagunas.

La niebla amenazaba con cubrirnos. Como había algo de agua sobre las lagunas heladas, no nos animamos a patinar en el hielo. Ascendimos un poco hasta colocarnos en la cara norte debajo del pico Campiña. Allí encontramos nieve para tirarnos durante un rato. La niebla terminó de envolvernos. Disfrutamos de lo lindo. De hecho, casi nadie creía que íbamos a encontrar nieve por la sequía que vamos padeciendo desde Navidad. Con la diversión, el frío se nos quitó.

Luego volvimos a la laguna helada e iniciamos el descenso hacia la Laguna de la Cascada. Atravesamos un pinar virgen, de esos que nos gustan porque son lugares por los que solo pasan los animales silvestres.

En el circo de la Laguna de la Cascada nos encontramos un paisaje impresionante. Además de la belleza propia del circo y de la laguna helada parcialmente, nos encontramos el paisaje poco frecuente de ver heladas las cascadas que caen de las lagunas superiores. El circo estaba como enjaulado por el hielo que caía por sus paredes verticales.

Visitamos el curioso refugio de montaña que se encuentra a la orilla de la laguna e iniciamos la vuelta hasta el aparcamiento donde nos esperaba el microbús.

Bajamos a Quintanar de la Sierra y comimos en los bancos de la plaza porque daba el sol. Jugamos un rato y pasamos a los salones parroquiales para presentar las actividades de los meses siguientes hasta el verano: reunión con los padres el jueves 10 de marzo, excursión a Silos el 20, preparación de la ruta de verano el sábado 9 de abril y convivencias de Semana Santa en Sasamón del 14 al 17.

A la vuelta, en el autobús encontramos el típico ambiente de alegría y canciones de la gente que se encuentra satisfecha y cómoda.

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