Salimos de nuestro local a las 19:00. Todos íbamos un tanto expectantes porque daban un fin de semana de lluvia continua, y no es el mejor augurio para empezar un fin de semana en la naturaleza.
Nos alegró volver a una casa a la que tenemos tanto cariño por la cantidad de veces que hemos desarrollado convivencias allí.
Como siempre, tras la cena, la velada fue muy participada y divertida desarrollando diversas actividades y juegos. Quisimos subir antes, ya de noche, al castillo medieval, el de Santa Marta, pero la lluvia nos lo impidió.
El sábado por la mañana nos encontramos que una niebla espesa cubría el pueblo y algo de lluvia amenazaba con estropearnos la mañana. Como no nos caracteriza echarnos para atrás preventivamente, decidimos iniciar la subida al castillo de santa Engracia. Si la lluvia aumentaba, volveríamos.
Al llegar casi a lo más alto, la niebla se abrió y nos permitió disfrutar de un paisaje poco frecuente: unas nubes que se deshacen a nuestros pies. Recorrimos lo que queda de lo que fueron unas importantes instalaciones militares hasta que las volaron los «Cien mil hijos de San Luis» en 1823. Aún así, son unas fortificaciones impresionantes que nos hacen pensar lo dura que debía ser la vida entonces.
Tras la ducha, algunos de nosotros preparamos unos macarrones y unos filetes y tuvimos un rato de descanso.
Por la tarde, Teresa nos preparó un interesante vídeoforum sobre el “Hombre bicentenario” de Robin Williams, película basada en una novela de Isaac Asimov. Fue muy interesante la reflexión sobre lo que nos caracteriza como humanos, el papel de las máquinas, la forma de concebir el futuro que tenían a finales del siglo XX…
Por la noche, nos hicimos la cena y disfrutamos de otra velada en la sala grande del albergue.
A la mañana siguiente iniciamos la mañana con una interesante reflexión de Almudena sobre la ecología. Posteriormente nos acercamos a la ermita del Cristo de Barrio que se encuentra en la mitad del arriscado desfiladero de Pancorbo. Vimos lo que tenía de románico, incluso como habían aprovechado algunos sillares de un templo romano. Luego pasamos al otro lado de la Nacional I y visitamos la pequeña ermita de la Virgen de Pancorbo, muy fotografiada por el curioso campanil que tiene sobre una peña.
Por la tarde, recogimos la casa, comentamos lo que había sido la experiencia de los dos días (la lluvia apenas nos había estropeado nuestros planes) y volvimos a Burgos.