El jueves 8 de agosto salimos siete miembros de Parteluz hacia Oña para pasar un día de excursión, conocer la mucha historia del pueblo y visitar a Boni, el sacerdote que nos acompañó a Picos de Europa.
La mañana la ocupamos en hacer una ruta por la antigua línea del ferrocarril llamado Santander-Mediterráneo. Siguiendo el cauce del río Oca, que busca al cercano Ebro para desembocar en él, caminamos por el impresionante desfiladero que este humilde río ha cavado en la roca caliza de los Montes Obarenes. Paredones impresionantes sobre nuestras cabezas alternándose con los antiguos túneles del tren, bosques mediterráneos espesos y al fondo el encajonado cauce del río. Empezamos la marcha con un cielo cubierto de nubes, pero a medida que avanzaba la mañana se despejó y el calor empezó a apretar.
Comida en las piscinas municipales
Hacia el mediodía volvimos a Oña y nos fuimos a comer a las piscinas municipales. Unas piscinas rodeadas de unas peñas muy a propósito para fotografiar. Un bañito antes de sacar los bocatas, refrescos, snacks, dulces y demás. Comida a la sombra de un carpa, un rato de descanso y digestión, y nuevas inmersiones en el agua. Cuando empezó a venir mucha gente, nos dimos el último baño y fuimos al antiguo jardín de los benedictinos donde nos esperaba Boni.
Amablemente nos fue acompañando por el jardín, por los criaderos de truchas, por las capillas y nos bajó al claustro del antiguo psiquiátrico. Allí vimos la preparación del famoso Cronicón de Oña con sus trajes, armas y demás utillaje.
Boni nos invitó a tomar un refresco en la plaza del monasterio, todavía apretaba el sol, para hablar un poco de todo y recordar el campamento de Picos de Europa. También hablamos de la posibilidad de preparar unas convivencias en el albergue municipal que tiene una pinta estupenda.
La iglesia parroquial y el claustro
La visita a la impresionante iglesia parroquial y al claustro fue más rápida de lo que la importancia del monumento merecía. Apenas nos paramos en la cruz románica, en las pinturas de santa María Egipcíaca, en las tumbas de los reyes de Navarra, en la inmensa sacristía y el impresionante claustro gótico. Tendremos que volver para verlo con más detenimiento.
De allí bajamos a la iglesia de uso diario en la plaza mayor. Un templo más pequeño, un tanto recoleto, pero con trazas e imágenes de valor facturadas en el primer gótico. Una iglesita con encanto. Como Boni tenía que empezar la misa, nos despedimos de él con un hasta pronto. Bajamos hacia el río por una de las calles con aire medieval.
En una mesa junto al Oca comentamos lo que nos había parecido el día, el sentido que tenía para Parteluz una excursión como la que habíamos disfrutado y recordamos el amanecer en Urbión de la semana siguiente y el Oasis de la última semana de agosto.
Sin ninguna prisa iniciamos la vuelta. En la furgoneta todo eran canciones y satisfacción por un bonito día de naturaleza, cultura y amistad.
